MISCELÁNEA
Memorias
colectivas, medios de comunicación alternativa y post acuerdo
Collective
memory, alternative media and post-agreement
Alba Lucía Cruz-Castillo
alcruz@unisalle.edu.co
https://orcid.org/200000-0002-4657-6000
Universidad
de La Salle, Colombia.
Alejandra Martínez-Calderón
calejandra09@unisalle.edu.co
https://orcid.org/200000-0002-1143-3165
Universidad
de La Salle, Colombia.
Juanita Acosta-Angulo
jurojas29@unisalle.edu.co
https://orcid.org/200000-0001-8072-3900
Universidad
de La Salle, Colombia.
María Paula
Vásquez-Gómez mvasquez83@unisalle.edu.co
https:/orcid.org/200000-0002-0140-9196
Universidad
de La Salle, Colombia.
Andrés
Felipe Barrera-Rincón anbarrera18@unisalle.edu.co
https://orcid.org/0000-0001-85553-0390
Universidad de La Salle, Colombia.
Memorias colectivas,
medios de comunicación alternativa y post acuerdo
Universitas-XXI,
Revista de Ciencias Sociales y Humanas, núm. 39, pp. 229-253, 2023
Universidad
Politécnica Salesiana
2023.Universidad
Politécnica Salesiana
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Recibido: 11/06/2023
Revisado: 14/07/2023
Aprobado: 25/08/2023
Publicado: 01/09/2023
DOI: https://doi.org/10.17163/uni.n39.2023.10
Resumen
Este
texto ilustra el rol de los medios de comunicación alternativos frente a la
denuncia y visibilización de casos de desaparición
forzada y asesinato de líderes sociales después de la firma del Acuerdo de Paz
en el 2016 en el Departamento del Meta-Colombia. A partir de ello, la
investigación que se relata en este artículo, pretende nombrar a los líderes,
sus territorios, el rol que desempañaban en sus comunidades para enunciar las
particularidades de los sujetos que aún siguen sufriendo de estas afectaciones;
los posibles responsables y la relevancia que tienen los medios de comunicación
alternativos en hacerlos visibles, para la construcción de memoria colectiva.
Para
ello se realizó un análisis de datos de tipo documental y de contenido durante
el periodo 2017-2020, que da cuenta de las diversas formas de informar y
denunciar estas afectaciones. La investigación aporta en posicionar la
relevancia de estos medios de comunicación alternativos en la construcción de
memoria colectiva y el no olvido de estas afectaciones como hechos sociales y
políticos transcendentes y que estos medios a través de narrativas
multimediales a partir de diversos formatos textuales, gráficas, sonoros y
fotográficos se posicionan en las plataformas virtuales visibilizando la voz de
las familias y comunidades que denuncian y buscan a sus familiares que intentan
reivindicar su derecho a la verdad, reparación y memoria.
Palabras clave: Memoria colectiva, Medios
de comunicación alternativos, desaparición
forzada, asesinato de líderes sociales.
Abstract
This text illustrates the role
of the alternative media in the denunciation and visibility of cases of forced
disappearance and murder of social leaders after the signing of the Peace
Agreement in 2016 in the Department of Meta-Colombia; Based on this, the
research that this article reports, proposes to name the leaders, their
territories, the role they played in their communities in order to state the
particularities of the subjects who still continue to suffer from these
affectations; the possible authors and the relevance that the alternative media
have in making them visible, in favor of the construction of collective memory.
For this, an analysis of
documentary and content data was carried out, which accounts for the various
ways of reporting and denouncing these affectations. The research contributes
to positioning the relevance of these alternative communication media have in
the construction of collective memory and not forgetting these affectations as
transcendental social and political facts and that these media through
multimedia narratives from various textual, graphic formats , sound and
photographic are positioned on virtual platforms making visible the voice of
families and communities that denounce and seek their relatives who try to
claim their right to truth, reparation and memory.
Keywords: Collective memory, alternative media, forced disappearance, assassination of social leaders.
Forma sugerida de citar:
Cruz-Castillo, A. L.,
Martínez-Calderón, A., Acosta, J., Vásquez, M. P. y Barrera, A. F. (2023).
Memorias colectivas, medios de comunicación alternativa y post acuerdo. Universitas XX1, 39, pp. 229-253. https://doi.org/10.17163/uni.n39.2023.10
Introducción
Colombia ha vivido un período de
violencia social y política que se prolongado por más de 60 años, lo que ha
traído consecuencias a nivel individual, colectivo y en proyecto de país; con múltiples
intentos de negociación anteriores de las cuales se lograron aprendizajes
significativos con actores al margen de la ley y autodefensas en Colombia, en
2012 se realiza una histórica negociación entre el Gobierno Santos y las FARC
que concluye en 2016 con la firma del Acuerdo de Paz. Dicho acuerdo que se
realizó con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) centró las
esperanzas de todo un país en el cese de enfrentamientos entre una parte
importante de los actores dentro de la confrontación armada; sin embargo, la
guerra continúa, pues este acuerdo desató la presencia de disidencias y otros
actores en los territorios que hoy son disputados por estos, ello de acuerdo
con Indepaz (2020).
De acuerdo con Cardozo Rusinque et al. (2020), el incumplimiento por parte
del Estado del Acuerdo se da principalmente al “desconocimiento general del
Acuerdo y de su contenido, de igual forma, la falta de políticas pedagógicas
para la construcción de paz” (p. 3); lo cual deja entrever que la paz es
además una lucha de poderes políticos donde no todos están de acuerdo con lo
pactado. Además de esto, como lo señala Coronado Riaño (2019), otro factor
relevante es el desfinanciamiento de la estructura para la paz que ha causado
gran deserción de estos procesos a quienes se reincorporaron a la vida civil,
el Estado ha asignado el “25 % del Presupuesto General de la Nación …allí
se deberían inscribir los programas de paz, pero en el plan de Duque estos no
aparecen claramente definidos por ningún lado” (parr.
3). A su vez, Anzola (2010) entrevé la falta de claridad frente al destino de
estos recursos:
Estos
recursos de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial PDET se
encuentren en una encrucijada definida por el clientelismo regional, una
institucionalidad ligada a los agronegocios y una tecnocracia que limita los
recursos que puedan llegar a los territorios. (p. 2)
El período de transición a la paz ha
estado colmado de incertidumbres y una constante de afectaciones que aún se
siguen presentando en los territorios, entre ellas el asesinato de líderes
sociales que aumentó significativamente, según el informe Registro de líderes y
personas defensoras de DDHH (Indepaz, 2020,
p. 3), registro que abarca el período presidencial de Santos y Duque, a
partir de septiembre de 2016 hasta julio de 2020, en el que se registraron 971
asesinatos a líderes sociales. En este informe cabe resaltar el enfoque
diferencial en la caracterización del hecho victimizante
hacia los mismos, siendo poblaciones gravemente afectadas de las cuales 342
casos hacen referencia a la población campesina, 250 casos a la población
indígena, 124 casos a la población civil y las cifras restantes se distribuyen
entre población afrodescendiente, minero-artesanal, ambientalista, comunal,
sindicalista, representación de víctimas y diversidades, con una tendencia
creciente en comparación a años anteriores.
En este proceso
de transición política hacia la paz, también la desaparición forzada,
catalogada por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, como “un acto
inhumano que transgrede la identidad, dignidad y la integridad de la persona
desaparecida y la de sus familiares ya que viola múltiples derechos humanos y
pretende hacerles invisibles e inexistentes para siempre” (200, p.14), sigue
presentando cifras significativas, de acuerdo con el Informe sobre la situación
de las Desapariciones Forzadas en Colombia expuesto ante el Comité contra la
Desaparición Forzada de Naciones Unidas, citado por Chinchón Álvarez y
Rodríguez (2018), aproximadamente se reportan 80 000 personas dadas por
desaparecidas a nivel nacional; mientras que en el RUV (Registro Único de
Víctimas) se registran 160 000, de las cuales 46 000 corresponden a las
víctimas directas y el resto, a sus familiares. Las anteriores cifras también
revelan la enorme diferencia entre reportes oficiales y no oficiales de estos
casos, lo que pone de manifiesto las disputas políticas que subyacen al
conflicto y los procesos de reparación e impactos reales del conflicto.
A nivel departamental,
específicamente en Meta, se registran 32 casos acumulativos desde 2016 (Indepaz
y Marcha Patriótica, 2020; Gómez, 2020). De acuerdo con el Registro Único de
Víctimas, hasta la fecha existen 2491 víctimas del conflicto armado en el Meta;
de los cuales 254 corresponden a personas en situación de desaparición forzada
(Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018). Un informe detallado sobre el
perfil de líderes sociales asesinados indica que tanto este hecho como la
desaparición forzada están fuertemente ligados, es decir, la dinámica de
violencia utilizada para silenciar la vida de estas víctimas puede estar
representadas en uno o en ambos delitos antes mencionados.
Frente a las disputas políticas y
sociales que se disputan el gobierno, actores al margen de la ley y víctimas en
la consolidación de un proyecto de paz con justicia y reparación, es necesario
confirmar escenarios de opinión pública y ciudadana donde, sin duda, los medios
de comunicación tienen un rol trascendental, pues según (Huerta et al., 2011), son un actor político que moldea los
pensamientos, comportamientos y acciones de sus receptores.
Es hasta el periodo presidencial de
Santos, en el que se inician y concretan diálogos con el grupo FARC-EP. En 2005
surge la Ley de Justicia y Paz presentada por el entonces presidente Álvaro
Uribe, la cual no se lleva a cabo; por el contrario, es uno de los periodos en
el que se llega a los niveles más altos de violación de derechos humanos según
la organización Human Rights Watch
enunciados por Carrasquilla (2020). Este suceso deja en evidencia cómo la paz y
la implementación de políticas pasan a ser objeto de manipulación por parte de
actores con intereses particulares. A raíz de esto, organizaciones sociales y
líderes comunitarios han hecho frente al conflicto desarrollando iniciativas
como la visibilización de su situación en riesgo y la
búsqueda de sus familiares desaparecidos a través de acciones artísticas y
populares. Para hacerlo posible se han apoyado en nuevas alternativas de
comunicación, y es así cómo los medios de comunicación alternativos juegan un
papel fundamental para las víctimas y sus derechos.
Teniendo en cuenta lo anterior,
primero hay que reconocer que, actualmente, la sociedad se ha visto
intermediada por diversos canales digitales y de comunicación que influyen en
el desarrollo psicosocial de las personas, es decir, son elementos que
atraviesan la vida humana en tanto al conocimiento, las emociones y las
creencias culturales (Villa et al., 2020). En
cuanto a asuntos políticos, estos medios han construido ideas que propician dos
problemáticas principales: por un lado, se encuentra la polarización política
en la que se encuentran dos posturas opuestas y rígidas en las que se busca
legitimar una sola verdad y forma de gobernar; por otro lado, se genera la
construcción de un enemigo, es decir, no se reconoce al Otro como ser político
y se reproduce un discurso de miedo o terror frente a sus acciones,
deshumanizando así a quienes no pertenecen a la misma forma de pensar (Villa et al., 2020).
Esta deshumanización del otro lleva a
la idea de tomarlo como objeto, lo que Butler (2017) llama como el
“merecimiento de la vida”. Lo anterior se enmarca en contextos de conflictos
armados y violencias en cuanto a la manera de aprehender la vida o “de saber
qué hay que reconocer, o, más bien, qué hay que guardar contra la lesión y la
violencia” (p. 16). De hecho, los medios de comunicación abarcan estas
nociones cuando Butler (2017) afirma que hacen parte de unos marcos de
reconocimiento, es decir, aquellas vidas que pueden ser vistas ante un público
y aquellas, seleccionadas por otro, que no lo pueden ser debido al poder
centralizado, la deslegitimidad de la humanidad del
otro y la búsqueda de una sola verdad, en palabras más específicas afirma que
“es también luchar contra esas nociones del sujeto político que suponen que la
permeabilidad y la dañabilidad pueden ser
monopolizadas en un lugar y rechazadas por completo en otro.” (p. 249).
De acuerdo con lo anterior, los
medios de comunicación cumplen un papel muy importante en la construcción de
memoria colectiva debido a que no solo influyen en la opinión pública y en el
debate político sino también en el reconocimiento de narrativas historias que
no son contadas de manera amplia, así mismo se ve limitado el contenido y
planteamiento de lo que se transmite.
Lo anterior está fuertemente
vinculado con la “necropolítica” al comprender la
dinámica de selección de vidas garantizadas y protegidas en caso de que estas
se alineen con la posición de quien se encuentra en el poder, esta se desliga
de la biopolítica, entendida como el poder de conducir conductas, es decir, no
actúa sobre las personas, sino sobre sus acciones, conduciéndolas,
facilitándoles, dificultándose, limitándolas o impidiéndolas. De este modo, las
relaciones de “poder se vuelven de dominación cuando son bloqueadas con
técnicas que permiten dominar la conducta de otros” (Estévez, 2018, p. 3).
Lo anterior implica comprender que no solo es el poder de discernir la
subjetividad de las personas, sino que también domina y pone estos discursos en
las políticas públicas sobre el accionar de las personas, vinculándose con la
gestión de la vida humana. A partir de esto, para Mbembe
(2011), Valencia (2010) y Valverde Gefaell (2016) “la
biopolítica, es un punto de partida primordial para el análisis de las
relaciones de dominación” (p. 18).
Mbembe (2011) describe que es
insuficiente explicar las relaciones de poder donde la violencia criminal y del
Estado revelan que el objetivo principal es la regulación no de la vida, sino
de la muerte, es decir, que donde se proporcionan estos objetivos no se podría
categorizar como biopolítica (política de la vida) sino como necropolítica (política de la muerte), este término es
utilizado “para analizar el uso de masacres, ejecuciones, desapariciones
forzadas, violaciones sexuales, feminicidios y el desplazamiento forzado” entre
otros (Estévez, 2018, p. 28); es así que se entiende que la necropolítica hace caso omiso a los derechos humanos
colocando en primer lugar el control, el poder y la violencia.
El problema radica en la desaparición
de la verdad, de las memorias, de la historia y de lo que representa la
humanidad. Por lo tanto, se genera una alteración en la historia donde se
presentan vacíos que se llenan con una narración incompleta mediante el
silenciamiento y el terror, a lo que contribuyen los diversos canales de
comunicación; sin embargo, existen medios alternativos que, bajo una propuesta
ética y política de reivindicar el derecho a la verdad de las víctimas y las
comunidades, generan procesos de memoria y reconocimiento a través de
plataformas visibles como lo son las redes sociales actualmente, lugares de
memoria contemporáneos en los que se depositan las historias subalternizadas.
Abordaje metodológico
interpretativo de la investigación.
La investigación en el reconocimiento
de este escenario de tensión y disputa por la verdad y la memoria, parte de
poner en el centro la imperiosa necesidad de develar las acciones que a nivel
territorial la población civil hace para denunciar e informar a la ciudadanía
por la constante violación de derechos humanos y sobre todo de delitos
referidos a la desaparición forzada y asesinato a lideres sociales en el
departamento del Meta, que históricamente ha sido un territorio de alta
conflictividad. Para ello, desde un análisis de tipo cualitativo y siguiendo a
(Sampieri et al., 2014) se analiza la naturaleza
y narrativas expuestas por los Medios de Comunicación Alternativos MCA sobre
dichas afectaciones, que adicionalmente visibilizan las constantes en estos daños
y sus repercusiones en el territorio.
Desde este enfoque, se evidencian
contenidos periodísticos que desde Fernández-Flórez (2009) subyace al análisis
de contenido como técnica que acerca adicionalmente al lector no solo a lo que
cuanta la noticia sino a lecturas globales de un contexto local y que de
acuerdo con lo que señala Peña y Pirela (2007); también dan cuanta de fuentes
de información que se presentan como denunciantes y ciudadanos activos que
hacen parte de una lucha por la verdad. Teniendo en cuenta las anteriores
especificidades, el proceso investigativo realizó el rastreo de MCA que
hicieran uso de plataformas virtuales como Instagram, Facebook, páginas web o
blogs para informar dichas afectaciones dadas en el departamento del Meta
durante los años 2017-2020; los medios de comunicación seleccionados fueron
aquellos que se autodenominaron como MCA y que cumplían esta función de
informar o denunciar desde formas contrahegemónicas al Estado y que por su
incidencia en el territorio tuvieron más de 300 reproducciones de sus noticias
en dicho período.
Resultados
Este apartado ilustra los medios de
comunicación Alternativos MCA que informaron y difundieron noticias
relacionadas con casos de desaparición forzada y asesinato de líderes sociales
en el Meta en el periodo seleccionado, cabe anotar que este periodo es justo el
que se podría denominar como un periodo de transición política después de la
firma de los Acuerdos; con relación a ello especifica su naturaleza, el tipo de
narrativas utilizadas en su ejercicio comunicativo; ello referido al tipo de
herramientas visuales o mediales que usan para tal fin y las acciones o
estrategias utilizadas para difundir dichos contenidos. Esto es relevante en
tanto muchos de ellos incorporan a su misión acciones colectivas de tipo
comunitarias y sociales en pro de generar escenarios políticos de incidencia,
posteriormente a ello se expone un análisis detallado de lo que logró
sistematizarse en este proceso.
Posteriormente el análisis refleja
los perfiles de las personas que sufrieron estas afectaciones, dando alertas
frente a regiones donde con mayor énfasis se presentan estos y las edades y
roles que los lideres y personas desaparecidas cumplían en sus comunidades; desde
allí intenta también enunciar a los sujetos y realizar con este proceso un acto
de memoria y dignificación con personas que quizá para la estadística estatal
por muchos años quedaran en el olvido pero no para sus familiares y entornos
comunitarios y sociales.
Los MCA seleccionados se ubican en
esta categoría porque no son medios que operen con financiación estatal o con
apoyo de entidades o grupos económicos con influencia directa en este, sino que
operan desde recursos y acciones gestadas desde los movimientos o colectivos de
defensores de derechos humanos en el país y que en particular tienen influencia
en el territorio del Meta, por lo tanto los casos aquí expuestos no fueron
visibilizados en medios de comunicación tradicionales (hegemónicos) en el
período seleccionado.
Tabla 1. Matriz medios
de comunicación alternativa
En la tabla 1 se evidencia que los
medios de comunicación alternativa un cubrimiento territorial amplio, si bien
varios pertenecen al territorio en mención, hay medios como Trochando sin
Fronteras de Arauca o Agencia Prensa Rural de Magdalena Medio que están en el
trabajo de transmitir las narrativas sin importar ubicación geográfica, lo cual
puede obedecer a la dinámica de múltiples hechos violentos de quienes padecen
estas difíciles situaciones como desaparición forzada y homicidio de sus seres
queridos, esto conlleva en varias ocasiones al desplazamiento forzado de las
familias y conocidos.
Las tablas dan a conocer el tipo de
narrativas que cada medio de comunicación utiliza para la transmisión de las
historias de las comunidades, entre ellas encontramos las narrativas
literarias, audiovisuales, gráficas, sonoras y/o fotográficas. Esto resulta en
una convergencia narrativa en la que se reúnen de manera armónica y se
presentan ante el público como una sola historia contada desde varios sentidos
y lograr transmitir lo que se vivió al momento del hecho de tal manera que no
solamente visibilice, también sensibilice y llame a la movilización por una
justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición.
Estos medios reconocen la fuerza del
discurso político y los procesos pedagógicos que contiene para configurar ideas
sociales y emociones colectivas; lo que puede contribuir a la construcción de
paz y búsqueda de la verdad. Por lo anterior, es importante resaltar que los
MCA describen los hechos y perfiles con el fin de visibilizar a las víctimas y
anular el estigma, el prejuicio generado por otros medios de control político y
económico. Es así cómo se rompen los marcos de guerra de Butler (2017) para
humanizar “otras” vidas que se reconocen en el dolor y las memorias colectivas
de sus familias y sus comunidades.
Quiénes eran los
asesinados y desaparecidos
Los medios de comunicación analizados
visibilizan casos de desaparición forzada y asesinato de líderes sociales, de lo cuales se infiere una relación con múltiples hechos victimizantes como la tortura y amenaza dirigidos tanto a
hombres como a mujeres entre los 20 y 81 años. Esto es mucho más que cifras
incluidas en el registro de desapariciones y asesinatos; es comprender la
gravedad del incumpliendo de los acuerdos y de los hechos sistemáticos que no
discrimina sexo, género ni edad. Aun teniendo en cuenta esto, los casos
encontrados para la realización de esta investigación no identificaron grupos
étnicos, lo que podría ser objeto de nuevas investigaciones.
Tabla 2. Matriz perfiles de desaparición forzada y asesinato
a líderes sociales
Adicionalmente, reconocer al
territorio como espacio de disputa y vulnerable a la violación de derechos es
de suma importancia cuando no existen medios que visibilicen el conflicto y los
asesinatos selectivos y sistemáticos. Lo anterior, a partir de comprender el
proceso histórico migratorio para la repoblación de los Llanos, en primer
lugar, la siembra de cultivos ilícitos, el traslado de conflictos entre familias
y bandos; y la llegada de las FARC a este territorio una vez parten del Tolima
hacia el Meta donde se asientan para ampliar su poder militar y social
(Gobernación del Meta, 2016).
Con la llegada de las FARC y diversas
problemáticas sociales, económicas y políticas, entre los años 60 y 80 se
consolidan las bases guerrilleras apoderándose de puntos estratégicos como el
Municipio de Uribe, los ríos Ariari, Guayabero y Duda, lo cual lleva al
enfrentamiento con la fuerza pública y varios intentos de acuerdos de paz los
cuales fracasan y desprenden nuevamente un nuevo ciclo de violencia que después
serán enfrentados por la Seguridad Democrática del expresidente Uribe. Sin
embargo, las FARC y demás guerrillas no son las únicas presentes en el conflicto
contra los gobiernos, se reconoce la existencia de paramilitares desde los años
50, pero es hasta los años 80 que toman fuerza bajo la causa de la lucha contra
la insurgencia comunista cometiendo actos violentos como las masacres en
Mapiripán y las confrontaciones sangrientas en los Llanos Orientales con otros
actores armados ilegales en los 2000 (Gobernación del Meta, 2016).
En esta investigación se resaltan los
municipios de Mapiripán, Mesetas, Vistahermosa, Uribe, El Castillo, Puerto
Rico, La Macarena y San Martín, y las veredas correspondientes donde ocurrieron
los hechos victimizantes aquí señalados, con lo cual
podemos analizar que siguen siendo territorios en conflicto y se han sometido a
diversos procesos de acuerdos de paz con la esperanza de la garantía del
derecho a la No Repetición, el cual una y otra vez ha sido vulnerado y, por
consiguiente, el derecho a la Verdad, a la Justicia y a la Reparación también
lo serán.
Tabla 3. Matriz perfiles
de desaparición forzada y asesinato a líderes sociales
Ahora bien, desde un enfoque de
dignificación es importante dar a conocer quiénes son las víctimas específicas
de estos hechos violentos. En esta investigación se encuentran líderes sociales
o personas con labores campesinas, cayendo en la estigmatización de población
vulnerable como potencia de enemigo, opositor o vinculado con trabajo del bando
contrario quienes cumplían con labores como trabajo campesino, comunitario en
las Juntas de Acción, de reincorporación, coordinación de programas sobre
cultivo de Coca, integrantes de partidos políticos de izquierda. Esto no
solamente se asocia a sus papeles o actividades sociales, también se vincula a
aspectos históricos anteriormente expuestos en el análisis territorial, donde
las migraciones, asentamientos, desplazamientos y proyectos sociales
instaurados por guerrillas, paramilitares, bandas criminales juegan un rol
importante que avala prejuicios y rechaza a sujetos políticos de derechos
humanos.
Tabla 4. Matriz
perfiles de desaparición forzada y asesinato a líderes sociales
En el departamento del Meta, en
Colombia, donde se ubican los municipios mencionados, se han vivido y relatado
episodios permeados de profunda violencia, los cuales han tenido un lugar
anunciado desde lo colectivo hasta lo medial, con una fuerza reconocible y
disposición de continuidad en algunos campos sociales desde la década de los
noventa. Episodios que se gestaron e hilaron durante periodos presidenciales
desde el periodo Álvaro Uribe (2002-2010), pasando por Juan Manuel Santos y el
Acuerdo de Paz (2010-2018) e Iván Duque (2018-presente), en la coyuntura
actual. Siendo el acuerdo de paz el punto de partida para desarrollar el
rastreo a través de medios de comunicación alternativos, los cuales relatan hechos
de violencia que se han presentado, denunciado e investigado.
De acuerdo con lo anterior, han sido
hechos que han llevado a profundizar sobre el concepto de desaparición forzada
tanto en el territorio como en la estructuración del significado, que ha
desencadenado una inquietud colectiva en las comunidades con más casos
reportados sobre hechos de continua violencia, como también ha permitido la
búsqueda de actores tanto responsables como afectados, el hecho de la mirada
internacional. El Consejo de Redacción, organización que se dedica al
periodismo de investigación, realizó un reporte que incluyó informes, archivos
y fotografías reportando casos, alianzas y denuncias desde 1977 hasta 1988,
desde el cual se desencadenó un interés por demandar y reconocer la verdad de
los crímenes de lesa humanidad que ya no cabían en la justificación de una
guerra que trasgredía al paso del tiempo, donde el asesinato y secuestro,
pasaban de un dolor cotidiano ya reconocido y anunciado, a un nuevo mecanismo
desde el cual se presentaban formas más estridentes de violencia, la
desaparición forzada.
De acuerdo con Gutiérrez-Peláez (2009)
frente a la desaparición forzada existen afectaciones de carácter emocional, de
orden familiar y relacionadas con la memoria individual y colectiva que tardan
mucho en ser procesadas, ello se vincula adicionalmente con la incertidumbre y
un constante sentimiento por el no olvido. En este mismo sentido, Tizón (2004)
afirma que el duelo que se vive frente a este proceso tiene relación con
entramados socio culturales que se manifiestan en la imposibilidad de hacer
rituales, en su monografía Pérdida, pena, duelo: vivencias,
investigación y asistencial deja entrever que ello no solo se trataría
de un asunto del orden familiar sino de un entorno que también sufre afectaciones
en estos órdenes.
En el caso puntual del departamento,
se encuentra que la matriz nos enseña una distribución de procedencia, los tres
municipios que más albergan casos son: Mapiripán, La Macarena y Mesetas
registrando tres casos por cada uno de ellos, según el rastreo documental
desarrollado en el periodo de publicación de 2017 a 2020, enfocado a medios de
comunicación alternativos en el departamento del Meta.
Teniendo presente que la firma de los
acuerdos de paz se finalizó en 2016, periodo Juan Manuel Santos, así todo
siguen dando registro de casos de desaparición forzada y asesinato a líderes
sociales. Se registraron dos mujeres y 12 hombres los cuales pertenecían a
organizaciones que se involucraron en actividades sociales, siendo siete de
ellos campesinos, tres pertenecientes a la junta de acción comunal, y cuatro
con un registro no muy claro de su actividad social. No se encuentran casos de
menores de edad, sin embargo, por medio de testimonios se ha corroborado que se
mantienen estos hechos persistentes en los diferentes municipios del
departamento del Meta.
Las narrativas encontradas en estos
medios de comunicación alternativa responden a una cultura digital por lo que
permite construir relatos, historias y acontecimientos a través de lo transmedial, es decir, se hace uso de diversas plataformas
para visibilizar el contenido de diversas formas: audio, texto e imagen. En
esta matriz se encuentra que dicha información se construye en colectivo, con
el fin de transmitir de distintas maneras las verdades de cada comunidad,
familia o individuo.
Según Jenkins
(2006), las narrativas transmediáticas pretenden el aprovechamiento
de cada particularidad o capacidad de cada medio para así generar un entramado
narrativo complejo, sin desconocer o considerar obsoletos los medios anteriores
a este, ya que también harían parte de la convergencia cultural de las narrativas
a través de su resignificación o adaptación a la cibercultura o a través de
diferentes medios como: el cine, las videografías, el internet, la literatura,
la escritura textual y los tipos de lenguajes, ya sean verbales, no verbales,
simbólicos o iconográficos (Jenkins, 2006). Desde esta narrativa se busca
explotar las cualidades y capacidades de cada medio desde la creación de
contenido, desde ahí la dispersión de la información es fundamental para
comprender lo que el consumidor lee para pasar de ser un receptor pasivo a un
agente activo en la búsqueda, recuperación y verificación de la información.
Lo anterior, permite reafirmar la
construcción de memoria colectiva por medio de depositar narrativas diversas ya
sean orales, gráficas, audiovisuales y literarias que convergen en estas
plataformas creadas por los medios de comunicación alternativa con un trasfondo
de circular la verdad que no se cuentan en los medios tradicionales con el fin
de generar otra opinión más crítica frente a la gestión del gobierno en turno,
de las políticas públicas, despertar la sociedad sobre la realidad del
territorio y, sobre todo, reconocer el dolor colectivo de una comunidad que
intenta reescribir la historia tomando como base sus memorias militantes,
aquellas recuperadas de sus desaparecidos y líderes sociales asesinados.
A partir de esto Rodríguez y Lévy
(2014) se acuñó el término inteligencia colectiva, para referirse a las nuevas
estructuras sociales que permiten la producción y circulación del conocimiento
dentro de una sociedad conectada. Para comprender las narrativas convergentes
que surgen en relación con la Memoria de las víctimas y que han sido silenciadas
u ocultadas, es necesario reconocer en ellas las historias subalternas,
aquellas que no corresponden a lo “oficial” sino que reflejan una “Memoria
Colectiva” concepto acuñado por Halbwachs (1992,
pp. 53-78) para referirse al proceso social que se realiza para
resignificar el pasado y construir una historia desde abajo, es decir, desde un
grupo determinado, una comunidad o sociedad que resalte, precisamente, aquellas
acciones “no heroicas” que permita una comunicación de la identidad colectiva,
el empoderamiento comunitario y la dignidad.
Discusión de orden teórica
Emergencia de los medios de comunicación alternativos
De acuerdo con Pazos (2019), los
medios de comunicación se reconocen como un actor político con poder,
configurándose con el sistema judicial, legislativo y administrativo como un
eje central que infiere en el Gobierno y del cual este se vale; estos por lo
tanto han estado presentan y han existido bajo la sombra de las élites
estatales y empresariales, difundiendo estratégicamente una mirada unipolítica de la realidad. En concordancia con Pazos
(2019) y Cárdenas (2015), los medios de comunicación son artefactos de
vigilancia y actores de poder con la capacidad de generar y crear opinión política
y por lo tanto de acuerdo con política (Federación Internacional de
Periodistas, 2016) generan agendas y su concentración en las élites hegemonizan
discursos, prácticas y limitan la expresión.
Son los medios los encargados
históricos de informar a través de discursos e imágenes, y se esperaría de ello
visiones plurales, en este sentido no solo informan, sino que legitiman
contenidos (Cárdenas, 2015); narran por lo tanto visiones de mundo, construyen
sentidos en torno a la violencia, la paz o la guerra, y aportan a que “la
ciudadanía y los distintos actores construyan su propia perspectiva del
conflicto y a perpetuar condiciones culturales estructurales que alimentan la
continuidad de la violencia en todo orden” (Cárdenas, 2015, pp. 42-43).
Los medios de comunicación que han sido adaptados por aparatos homogenizantes se les ha denominado medios de comunicación
tradicionales, en contraposición a aquellos que subyacen en las márgenes, los
cuales tienen como propósito contar otras verdades, en los que Ayala (1996)
destaca los MCA y su presencia como propuesta ante la monopolización de la
información.
Para Ayala Ramírez (1996,
p. 121), lo alternativo obedece a medios que pretender abrir el espectro y
el lugar que ocupa el receptor de la información, adicionalmente a ello
poniéndolo en primer plano; una alternativa de construcción y lugar de
ciudadanías activas y que reclaman otras verdades, pero que a la vez pueden
acceder a canales para hacerlo. Lo anterior resulta relevante si lo pasamos al
lugar que estos pueden tener en la construcción de memoria colectiva en
escenarios de conflicto o transición política donde según García (2017), “la
subjetividad es influenciada por el discurso hegemónico reproducido desde los
medios de comunicación, siendo así que ese discurso se entiende como un tipo de
memoria que quiere decir algo acerca de aquel que la organiza” (p. 99).
Humanes
et al. (2013)
señalan que “los medios de comunicación tradicionales no son pluralistas en
términos informativos, no suelen representar intereses diferentes a los suyos
propios ya sean ideológicos, económicos, políticos, lo cual se convierte en una
barrera informativa que afecta la equidad” (p. 7), lo que evidencia una
limitación frente a discursos subalternizados que no
logran tener en ocasiones un lugar de expresión, en tal sentido, los MCA tienen
la alternativa de contribuir a construir memoria desde las márgenes,
comprendida esta y en palabras de Nora (2008) como:
La
memoria es la vida, siempre encarnada por grupos vi-vientes
y, en ese sentido, está en evolución permanente, abierta a la dialéctica
del recuerdo y de la amnesia, inconsciente de sus deformaciones sucesivas,
vulnerable a todas las utilizaciones y manipulaciones, capaz de largas
latencias y repentinas revitalizaciones. (pp. 20-21)
En esta misma vía, Halbwachs (1992) describe a la Memoria Colectiva como un
constructo de relatos, narrativas que no se define con un solo relatos y que
como lo afirma (Martín-Baró 1983 citado en Villa, 2014), “es la relación del
grupo que recuerda, situando al sujeto en una estructura social” (p. 81),
la construcción de memoria colectiva requiere de discursos plurales, no homogenizantes que estén ligados a reflexiones sobre lo
acontecido y como lo señala Castillo (2016):
La
intensa presencia de los medios de comunicación y su influencia ha posibilitado
que se profiera mucho sobre su poder y de las funciones y posiciones que ocupan
en la dinámica política. Desde definidos como cuarto poder hasta contrapoder,
pasando por la influencia que pueden ejercer sobre los decisores públicos como
sujetos que manifiestan públicamente las opiniones de los ciudadanos.
(p. 9)
Para Erll
(2012), “La memoria colectiva es un concepto genérico que cobija todos aquellos
procesos de tipo orgánico, medial e institucional, cuyo significado responde al
modo como lo pasado y lo presente se influyen recíprocamente en contextos socio
culturales” (p. 45), y en ello el rol de los medios de comunicación en
fundamental.
Verdad y posverdad como
elemento activo en todo momento histórico
La concepción que se ha tenido en
torno a la verdad y el derecho al propio término ha sido por designio innato (Bernales,
2014). Como se conoce desde diferentes instituciones no gubernamentales y
organizaciones, ha sido siempre contemplada como adyacente al “debido proceso”
es decir, se da por hecho que la verdad tenga que estar presente en cada
persona, integrándola como derecho autónomo, cabe resaltar que reconocer la
verdad de esta forma no es suficiente para su correcta implementación, lo que
actualmente está en juego para una verdad implementada desde lo jurídico es que
esta sea reconocida desde la formalidad en los convenios internacionales, “como
en las cartas fundamentales de los Estados” (Bernales, 2014, p. 34).
Si hablamos desde la historia, la
verdad ha estado directamente ligada al paso de las víctimas, consigo, a las
múltiples crisis humanitarias de diversa índole, ya sea que estas se den por
gobiernos autoritarios, o por una trascendencia de hechos y condiciones
indignas en determinados territorios. Siendo esto así, la verdad se desarrolla
en términos de buscar respuestas por hechos violentos que dejan sin rastro
alguno a las personas que se ven involucradas en estos, en especial a las
familias y/o comunidades a las que pertenecen las víctimas, alrededor de la
búsqueda de respuestas surgen interrogantes como ¿por qué ocurrieron los
hechos? En el caso de la desaparición forzada, ¿Dónde están?
Durante el proceso de paz colombiano,
la verdad ha sido reconocida como uno de los puntos del acuerdo pactado en el
2016, las víctimas se han preguntado por décadas cuál es la verdad detrás de
las injusticias que han atentado contra la vida e integridad de sus familias y
comunidades. Este proceso ha permitido entonces que se exija la verdad desde una
respuesta institucional que concrete y permita continuar el proceso de paz
desde todos sus actores. En el momento en el cual las expectativas de la verdad
no se cumplen, como en el caso colombiano, estas exigencias se empiezan a
percibir desde las víctimas y personas que aclaman la verdad como un claro
abuso del derecho visto desde el ámbito político, dejando de lado el
reconocimiento de esta como un hecho que permite el desarrollo de la justicia
social, la verdad pasa entonces a un lugar en la política que toma posiciones
polarizadas en un contexto de exigir respuestas a través de la emocionalidad
negativa, por consiguiente deja de lado la dignidad de la persona como causa
fundamental para la búsqueda y exigencia de una verdad.
Desde la percepción de los medios
difusores, entra en juego la discusión hegemónica que toma el discurso de
verdad, este puede ser aceptado o rechazado socialmente, pasando a sustentar y
fortalecer el discurso político un hecho dignificante, ¿es esta verdad
manipulada por un interés de carácter privado, lo que no muestra la realidad es
que las víctimas que claman verdad durante el proceso siguen siendo las más
afectadas, por el hecho de sufrir directamente el crimen, rememorar los sucesos
en el proceso judicial, esperar largos trámites burocráticos que les brinden
respuestas claras, siendo que estos han trascendido tanto a lo largo del tiempo
donde terminan por olvidarse, manipularse, o en el peor de los casos generar
amenazas hacia la misma colectividad que exige la narración y el reconocimiento
de la verdad. Se desarticulan entonces las mismas víctimas de los procesos de
paz, pierden la esperanza en el diálogo y vuelven a caer en el rechazo, con
justa razón, de una oportunidad de reivindicar su dignidad y reconstruir el
tejido social.
Conclusiones
Los datos expuestos en el periodo
2017-2020 en nueve MCA dan cuenta de una continuidad en la presencia de
asesinatos a líderes sociales y personas dadas por desaparecidas en el
departamento del Meta, de lo cual se infiere que estos delitos siguen operando
como medios de presión y represión de las personas que habitan en este
territorio; si bien en los datos registrados no es evidente en muchos casos
quién o quiénes realizaron estos delitos es evidente que son actores que siguen
operando en la clandestinidad o con esquemas de guerra activos en estos
territorios.
La investigación no cubre el periodo
posterior a 2020, por lo cual este es un llamado a sistematizar esta
información y realizar posibles análisis de las variaciones y particularidades
que han tenido estos hechos frente al cambio de gobierno y la apuesta por la
“Paz total” del actual presidente Petro; frente a lo cual se pueden analizar
otros factores no explorados aquí.
Las voces acalladas en estos delitos
representan un grupo históricamente afectado por el conflicto como lo son los
campesinos; por lo cual vemos como un camino positivo la reciente disposición
de nombrarlos sujetos de reparación y especial protección; esto, como
seguridad, será una plataforma para visibilizar múltiples afectaciones que aún
se siguen presentando, pero sobre todo, las medidas y políticas para proteger,
reparar y acompañar sus procesos desde perspectivas diferenciales.
Los MCA alternativos indagados
representan iniciativas colectivas que tienen como uno de sus propósitos
generar opinión política crítica y dar herramientas a la ciudadanía para ocupar
el espacio de la comunicación como campo de debate, denuncia y posicionamiento.
Además, estos medios acompañan su accionar con procesos colectivos de
movilización, seguimiento y constante denuncia de violaciones cometidas a los
derechos humanos en esta región y en el país. Particularmente en esta investigación
se hizo énfasis en la región del Ariari, pero algunos de estos medios cubren
otras regiones donde el conflicto ha sido igualmente agudo.
Referencias bibliográficas
Anzola,
L. S. 2010. Santos, Presidente de los pobres ¡un oxímoron! Revista Foro, (71), 52-65.
Ayala
Ramírez, C. 1996. Medios de comunicación alternativos: rasgos, logros,
obstáculos y retos. Realidad: Revista de Ciencias Sociales y
Humanidades, 49, 119-134. https://doi.org/10.5377/realidad.v0i49.5103
Bernales,
G. 2014. La imprescriptibilidad de la acción penal en procesos por violaciones a
los derechos humanos. Revista Ius et Praxis, 13(1), 245-265.
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-00122007000100009
Butler,
J. 2017. Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Paidós.
Cárdenas
Ruiz, J. D. 2015. Los medios de comunicación como actores (des) legitimadores.
Algunas reflexiones acerca del rol de los medios de comunicación sobre la
construcción de la opinión pública en torno al Proceso de Paz de la Habana. Análisis Político, 85, 38-56.
Bogotá. https://bit.ly/43vb9ww
Cardozo
Rusinque, A. A., Morales Cuadro, A. R., y Martínez
Sande, P. A. 2020. Construcción de paz y ciudadanía en la Educación Secundaria y
Media en Colombia. Educação e Pesquisa, 46, e214753. https://bit.ly/3O3mZIx
Carrasquilla,
O. 2020. La continuidad del conflicto por la paz en Colombia [Especial].
Colectivo Voces Ecológicas. https://bit.ly/3Q4QA72
Castillo,
A. 2016. Los medios de comunicación como actores sociales y políticos. Poder,
Medios de Comunicación y Sociedad. Razón y Palabra, 75.
https://bit.ly/46XDHl8
Centro
Nacional de Memoria Histórica. 2018. Hasta
encontrarlos. El drama de la desaparición forzada en Colombia. CNMH.
Chinchón Álvarez, J.,
y Rodríguez Rodríguez, J. 2018. La actividad cuasi-judicial del Comité de Derechos Humanos, Comité
contra la Tortura y Comité contra las Desapariciones Forzadas: alcance y limitaciones.
Coronado
Riaño, S. M. 2019. Información que El Tiempo Digital y
el portal web Verdad Abierta emitieron sobre el sector social LGBT víctima del
conflicto armado en Colombia. (Trabajo de grado).
Bogotá. https://bit.ly/470rlcg
Erll, A. 2012. Memoria
colectiva y culturas del recuerdo. Estudio introductorio. Johanna Córdoba, Tatjana Louis (trads.). Universidad
de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Uniandes.
Estévez,
A. 2018. Biopolítica y necropolítica: ¿constitutivos u
opuestos? Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, XXV(7).
https://bit.ly/3K7J7jW
Federación
Internacional de Periodista. 2016. La concentración
de medios en América Latina: su impacto en el derecho a la comunicación. Oficina
Regional Latinoamérica y Caribe. https://bit.ly/46QQ5U2
Fernández-Flórez, L. 2009. La revolución de los pobres: ética y
política de la necesidad en Ágnes Heller y Hannah
Arendt. En Á. Prior Olmos y Á. Rivero Rodríguez (eds.), La
filosofía de Ágnes Heller y su diálogo con Hannah
Arendt (pp. 191-202). Universidad de Murcia.
García,
A. 2017. Memoria, subjetividad y medios de comunicación en el conflicto armado de
Colombia. JSR Funlam
J. Students’Res., 2(11), 95-105.
https://doi.org/10.21501/25007858.2584
Gobernación del Meta. 2016. Plan de Desarrollo
El Meta Tierra de Oportunidades - Inclusión Reconciliación y Equidad. Villavicencio.
Gómez,
G. I. 2020. Las disputas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP):
una reflexión crítica sobre su sentido político y jurídico. Vniversitas, 69. https://doi.org/10.11144/Javeriana.vj69.djep
Gutiérrez-Peláez,
M. 2009. Trauma theory in Sándor Ferenczi’s writings of 1931 and 1932. The International Journal of Psychoanalisis, 90, 1217-1233.
10.1111/j.1745- 8315.2009.00190.
Indepaz y Marcha Patriótica. 2020. Informe Especial. Registro de líderes
y personas defensoras de DDHH asesinadas desde la firma del acuerdo de paz. Del
24/11/2016 al 15/07/2020. INDEPAZ.
Instituto Interamericano
de Derechos Humanos. 2007. Atención integral a víctimas de tortura en procesos
de litigio: aportes psicosociales / Instituto Interamericano de Derechos
Humanos. San José, C.R.: IIDH.
Halbwachs, M. 1992.
La memoria
colectiva de los músicos. En R. Ramos Torre, Tiempo y
Sociedad. CIS, Siglo XXI.
Humanes, M. L., Montero
Sánchez, M. D., Molina de Dios, R., y López-Berini, A. (2013). Pluralismo y paralelismo
político en la información televisiva en España. Revista
Latina de Comunicación Social, (68), 566-581. https://doi.org/10.4185/RLCS-2013-990
Huertas
Díaz, O., Torres Vásquez, H., y Díaz Pérez, N. C. 2011. El leviatán de los mass media, el peligro de la otredad y el derecho penal: La
construcción mediática del enemigo. Revista
de Derecho, (35), 96-117. https://bit.ly/3O2KZf1
Jenkins,
H. 2006. Convergence
Culture. ;La cultura de la convergencia de los medios de comunicación;. Paidós.
Mbembe,
A. 2011. Necropolítica. Melusina.
Nora,
P. 2008. Los lugares de la Memoria.
Editorial Trilce.
Pazos,
J. G. 2019. Medios de comunicación: ¿al servicio de quién? CLACSO.
https://doi.org/10x.2307/j.ctv1gm030s
Peña,
T., y Pirela, J. 2007. La complejidad del análisis documental. Información, cultura y sociedad: revista del Instituto de
Investigaciones Bibliotecológicas, (16), 55-81. https://bit.ly/3O0XNCv
Rodríguez,
N., y Lévy, P. 2014. Inteligencia colectiva en la era digital: Una
revolución que apenas comienza. Comunicación: estudios
venezolanos de comunicación, (166), 35-38. https://bit.ly/3Q5aQ8u
Tizón, J. 2004. Pérdida,
pena, duelo: Vivencia, investigación y asistencia. Ed.
Paidós.
Valencia,
S. 2010. Capitalismo gore. Melusina.
Valverde
Gefaell, C. 2016. De la
necropolítica neoliberal, a la empatía radical.
Violencia discreta, cuerpos excluidos y repolitización. Icaria.
Villa
Gómez, J. D., Velásquez Cuartas, N., Barrera Machado, D., y Avendaño Ramírez, M.
2020. El
papel de los medios de comunicación en la fabricación de recuerdos, emociones y
creencias sobre el enemigo que facilitan la polarización política y legitiman
la violencia. El Ágora
USB, 20(1), 18-49. https://bit.ly/44YKiKx