Influencia del modelo biomédico en la cultura política ecuatoriana

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Juan Cuvi

Resumen

La idea de la "curación" de la sociedad tiene sus raíces en los tiempos más remotos de la historia conocida. Si la medicina más básica se enfocaba en la necesidad de combatir a la enfermedad como un símbolo del mal que atacaba al organismo biológico, no era difícil extender esta visión hacia el combate a los males que afectaban al organismo social. "Combinada con la idea del progreso, la utopía de la humanidad sana llegó a prevalecer sobre el ideal de modelos concretos y específicos de funcionamiento característicos de cada tribu o polis" (Illich, s/f). No es casual que todas las civilizaciones hayan adaptado un sistema conceptual médico al discurso político, con la finalidad de explicar el funcionamiento de la sociedad y designar sus principales falencias. De este modo, a lo largo de los siglos hemos acumulado y estructurado un conjunto de términos médicos comúnmente aplicados al mundo de la política y de la sociología: crisis, cáncer, lacra, descomposición, contagio, enfermedad, infección, remediación, paliativo, paños de agua tibia,¿ simbólicamente, la medicina extiende sus dominios al campo de las ciencias sociales. Aquí nos interesa analizar la influencia del modelo biomédico ¿modelo hegemónico en nuestra sociedad¿ en la cultura política de los ecuatorianos. Al ser la salud un elemento básico y determinante en la vida de cualquier grupo humano, además de imprescindible para el funcionamiento adecuado de la sociedad, el enfoque con que se plantea su manejo resulta fundamental para poder entender muchos de los comportamientos, hábitos y creencias de una colectividad, porque las respuestas que se dan al proceso salud/enfermedad no son, desde ningún punto de vista, neutras. El modelo biomédico fue impuesto desde una matriz eurocéntrica de colonización, tanto en lo cultural como en lo económico. Por lo mismo, ha provocado distorsiones y contradicciones históricas en la construcción del ethos nacional. La tesis sobre las concepciones y prácticas médicas como determinantes de la cultura política de un pueblo no ha sido planteada ni tratada con la amplitud que amerita. Muy al contrario, existe la tendencia a considerarlas como un reflejo de la esfera económica de la sociedad. Es decir, lo que el marxismo categoriza como un elemento de la superestructura político-ideológica. Desde esta perspectiva, el modelo biomédico no sería más que un instrumento para la reproducción de una formación económico-social específica. Pero los rasgos que caracterizan la modelo biomédico tienen demasiadas coincidencias con las costumbres y valores dominantes en nuestra sociedad: individualismo, machismo, racismo, clasismo, mercantilismo, fragmentación,etc. Por eso resulta pertinente analizar hasta qué punto las concepciones y prácticas que sostienen al modelo biomédico constituyen un factor relevante en la construcción de referentes políticos y, por consiguiente, de comportamientos relacionados con el ejercicio o el no-ejercicio del poder. Si la profundización de la democracia está en relación directa con la socialización del poder, todas las formas y mecanismos mediante los cuales ese poder puede ser escamoteado requieren ser develados y confrontados.Son múltiples las entradas para entender las formas en que una estructura de poder se reproduce, se consolida y se sostiene. El rol de la biomedicina ha sido tomado en cuenta desde la instrumentalización de un dispositivo burocrático o desde la implantación de un discurso académico; es decir, desde la administración pública y la institucionalización de los servicios, o desde la supremacía epistemológica. Pero en ningún momento ha sido analizado como un factor autónomo de poder que apuntala todo sistema político basado en la dominación. Es importante señalar que la literatura con que se cuenta para las formulaciones teóricas respecto de la relación entre medicina y política es escasa y extremadamente tangencial (tal vez por ello también es paradigmática): Michael Foucault, Ivan Illich, Carlos E. Menéndez.